lunes, 5 de marzo de 2012

Algunos dias es mas facil sonreir...


"Algunos dias es mas facil sonreir, pero este no es uno de aquellos dias" esa frase de la cancion de Alberto Plaza, se grabo en mi corazon a mis tiernos doce años. En mi cuarto lleno de  recuerdos del mar, con las paredes grafiteadas y pintadas con jeringas,  las puertas llenas de poesia, con el foco pintado de colores; se escuchaban despacito y traqnkilamente varias canciones de antaño, entre ellas, estaba esta cancion: Yo te seguire. Me gustaba acostarme en mi cama con la cabeza colgando, y el cabello tocando el suelo, las lagrimas rodando al reves, acompañada, solo de la radio, mis diarios y ese olor a soledad que tanto me gustaba y deprimia  a la vez.






No me pidas más de lo que puedo dar
cada uno tiene su mayor anhelo
no le quites alas a la libertad
porque ya he empezado a levantar el vuelo.

No me pidas más de lo que puedo dar
tengo a mano la alegría y la tristeza
me acompañan y me ayudan a cantar
por eso las dos se sientan en mi mesa.

Yo no puedo ser perfecto;
tengo miles de defectos
tengo lágrimas
y tengo corazón.
Si me pides que mejore
mis fracasos mis errores
dame tiempo,
para ver si puedo andar.

Y yo te seguiré
donde vayas tu
y me quedaré,
a tu lado .

No me pidas más de lo que puedo dar.
Yo soy lo que vez no soy mas que vida
que ha escogido a mi cuerpo para descansar
y seguiré camino alguno de estos d’as

Yo prefiero darme tal y como soy
con todas mis dudas y contradicciones
yo no quiero fabricar una mentira
para retenerte para estar contigo.

Yo no puedo ser perfecto;
tengo miles de defectos
tengo lágrimas
y tengo corazón.
Si me pides que mejore
mis fracasos mis errores
dame tiempo ,
para ver si puedo andar.

Y yo te seguiré
donde vayas tu
y me quedaré
a tu lado.

Solo una cosa te voy a pedir
no le hagas caso a mi melancolía
algunos días es más fácil sonreír,
pero este no es uno de aquellos días.

Y yo te seguiré
donde vayas tu
y me quedaré
a tu lado.

No hay que angustiarse!

Los amigos!!!

Hola! recuerdan el libro que estaba leyendo? pues el viernes pasado lo entregue a la biblioteca, y me traje otro, que también me ha dejado fascinada, aun mas que el primero, se llama Hermano Lobo, escrito por Michelle Paver, de su serie Crónicas de la prehistoria. 


Ese viernes como vienen siendo todos los viernes últimamente; mi prima paso por mi a las dos de la tarde, disfruto tanto de su compañia. somos hermanas del alma y del corazon. 
Por cierto, quiero compartir un poema de Jorge Luis Borges, o quew por lo menos se le atribuye a el. 







No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida,
Ni tengo respuestas para tus dudas o temores
Pero puedo escucharte y compartirlo contigo
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro.
Pero cuando me necesites estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces.
Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no
caigas.
Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos.
Pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomas en la vida.
Me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides.
No puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar,
Pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parta el corazón.
Pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No puedo decirte quien eres ni quien deberías ser.
Solamente puedo amarte como eres y ser tu amigo.
En estos días pensé en mis amigos y amigas, entre ellos, apareciste tu.
No estabas arriba, ni abajo ni en medio.
No encabezabas ni concluías la lista.
No eras el número uno ni el número final.
Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero, el segundo o el tercero de tu lista.
Basta que me quieras como amigo.
Gracias por serlo.



un brindys por esos amigos que son mas que hermanos




No hay que angustiarse!

lunes, 27 de febrero de 2012

LAS OLLAS


 Nasredín fue un día a tocar a la puerta de su vieja vecina Fátima:
- ¡Hermana mía! ¿Puedes prestarme una de tus ollas? La necesito para hacer mi comida.
-Por su puesto –le contesto ella-; voy a traértela.
La vecina regreso con una olla de tamaño mediano y se la dio a Nasredín.
Al día siguiente, Nasredín coloco una ollita dentro de la primera y toco a la puerta de su vecina.
-Muchas gracias hermana mía. Aquí  está tu olla, me fue muy útil.
-Pero, Nasredín, ¡esta chiquita no es mía!
- ¡Claro que sí! En la noche, tu olla dio a luz a una chiquita. Es su hija, entonces por derecho te pertenece.
La vecina se burlo de la credulidad de Nasredín, pero se puso contenta con salir ganando una ollita.
Tres días después, Nasredín Hocha volvió a tocar la puerta de su vecina.
-Hermanita, ¿puedes prestarme otra vez una de tus ollas?
-Con gusto –le respondió-. Te voy a prestar la más grande y la más hermosa.
La vecina, en sus adentros, esperaba obtener otra bonita olla.
Nasredín tomo la enorme olla, le dio las gracias  su vecina y regreso a su casa.
Pasaron dos días, luego cuatro, luego siete, sin tener noticia de Nasredín. La vecina comenzó a preocuparse seriamente hasta que acabó por tocar la puerta de su vecino.
-Hermanito –le dijo-, se te olvidó devolverme mi olla.
-No se me olvido, pero no sabía cómo anunciarte la mala noticia. En realidad, mientras estaba dando a luz, tu hermosa olla murió en la noche, en medio de espantosos sufrimientos.
-¿No te estarás burlando de mí, Nasredín? –le dijo-. ¿Dónde se ha oído hablar de ollas que se mueren?
-Desgraciadamente, vecina, en la vida, todos aquellos que paren, un día mueren. Si aceptaste que tu primera olla diera a luz, ahora habrá que admitir que la segunda murió.
Y el Hocha se quedo con la olla grande.

No hay que angustiarse!

EL ABRIGO DE NASREDIN


Una noche que Nasredín volvía de su trabajo en el campo con la ropa sucia y enlodada, oyó cantar y reír, y comprendió que había una fiesta en los alrededores.
Ahora bien, entre nosotros, cuando hay una fiesta, todo el mundo puede participar en ella.
Entonces, Nasredín empujó la puerta de la casa y sonrió de felicidad: un rico olor a cuscús (comida árabe, preparada al hervir granos de sémola de trigo con miel.) se desprendía de la cocina. Pero no pudo ir más lejos: estaba tan mal vestido que lo echaron sin miramientos. Furioso, corrió hasta su casa, se puso su mejor abrigo y regreso a la fiesta. Esta vez,  lo acogieron, lo instalaron cómodamente y pusieron comida y bebida frente a él. Nasredín tomó entonces cuscús, salsa y vino, y comenzó a verterlos sobre su abrigo. Y decía: “¡Come, abrigo mío! ¡Bebe, abrigo mío!”
El hombre sentado a su lado le dijo:
-¿Qué haces, infeliz? ¿Te has vuelto loco?
-No, amigo –le respondió Nasredín-. En realidad, el invitado no soy yo; el invitado es mi abrigo.

No hay que angustiarse!

NASREDIN DOCTOR



Nasredín Hocha tenía ganas de aprender medicina. Fue a ver al doctor más famoso de su ciudad y le comunico su deseo: “Llegas en buen momento –le dijo el doctor-, voy a visitar a algunos enfermos; ven conmigo, así podres aprender el oficio sobre el terreno.”
Nasredín acompaño al doctor a la casa del primer enfermo. El doctor apenas miró al paciente y le dijo: “Tu caso es muy simple: ya no comas tantas cerezas, tomate una infusión antes de dormir y mañana estarás bien.”
Nasredín Hocha estaba lleno de admiración. En la calle, no dejó de elogiarlo: “¡Ah!, maestro, ¡En verdad es usted un gran doctor! ¿Cómo, sin tocar al enfermo, pudo adivinar que padecía? ”
“Es muy sencillo  -le respondió-. Miré debajo de la cama y vi que había una pila enorme de huesos de cereza. Por eso deduje que había comido muchas.”
El Hocha se dijo que la medicina era más bien sencilla y que él podía ejercerla a su vez. Se declaró doctor y, desde el mismo día siguiente, fue a visitar a su primer paciente. Entró, miró debajo de la cama y no vio más que las viejas babuchas (un calzado típico del mundo musulmán) del enfermo: “Tu caso es sencillo, le dijo; ya no comas tantas babuchas, tomate una infusión antes de dormir y mañana estarás completamente sano.”



No hay que angustiarse!

EL HIJO DE NASREDIN


¡HOLA! 
El viernes pasado acompañe a mi prima a su escuela, mientras ella daba la clase, yo la esperaba en la biblioteca, y me encontré un libro, que solo con el titulo llamo mi atención y me encanto. La bibliotecaria me lo presto por una semana, así que quiero compartir con ustedes cada capítulo. Empezando por el principio.

El hijo de Nasredín tenía trece años. No se creía guapo. Incluso estaba tan acomplejado que se rehusaba a salir de la casa. "La gente va a burlarse de mí", decía sin cesar. Su padre siempre le repetía que no hay que escuchar lo que dice la gente porque a menudo critica a tontas y a locas, pero el hijo no quería escuchar nada.
"En tal caso -le dijo un día Nasredín a su hijo-, mañana vas a ir conmigo al mercado."
Muy temprano en la mañana salieron de la casa.
Nasredín Hocha se montó en el burro y su hijo camino a su lado.
En la entrada de la plaza del mercado unos hombres estaban sentados, platicando. Al ver a Nasredín y a su hijo, dieron rienda suelta a sus lenguas: "¡Miren a ese hombre, No tiene piedad alguna! Él va bien descansado encima d su burro y deja que su pobre hijo vaya a pie. Sin embargo, él ya ha disfrutado mucho de la vida, y podría dejarle el lugar a los que son más jóvenes." Nasredín le dijo a su hijo: "¿Oíste lo que dijeron? ¡Mañana vas a venir conmigo al mercado!"
El segundo día, Nasredín y su hijo hicieron lo contrario de lo que habían hecho la víspera: el hijo se monto en el burro y Nasredín camino a su lado. En la entrada de la plaza estaban los mismos hombres. Al ver a Nasredín y a su hijo, exclamaron: "Miren a ese niño, no tiene ninguna consideración. Va tranquilo montado en el burro, mientras que su padre, el pobre vejo, ¡tiene que ir a pie!" Nasredín le dijo a su hijo: "¿Oíste lo que dijeron? ¡Mañana vas a venir conmigo al mercado!"
El tercer día, Nasredín Hocha y su hijo salieron a pie de la casa jalando detrás de ellos al burro, y así llegaron a la plaza. Los hombres se burlaron de ellos: "miren a esos dos imbéciles. Tienen un burro y ni siquiera lo aprovechan. Van a pie sin saber que el burro está hecho para llevar a los hombres." Nasredín le dijo a su hijo: "¿Oíste lo que dijeron? ¡Mañana vas a venir conmigo al mercado!"
El cuarto día, cuando Nasredín y su hijo dejaron la casa, iban encaramados los dos en el burro. En la entrada de la plaza los hombres dejaron que estallara su indignación: "¡Miren a esos dos, No tienen piedad alguna por ese pobre animal!" Nasredín le dijo a su hijo: "¿Oíste lo que dijeron? ¡Mañana vas a venir conmigo al mercado!"
El quinto día, Nasredín y su hijo llegaron al mercado llevando a cuestas al burro. Los hombres se carcajearon: “Miren a esos locos; hay que encerrarlos. Son ellos los que van cargando al burro, en lugar de ir montados en él.”
Y Nasredín Hocha le dijo a su hijo: “¿Oíste lo que dijeron? Hagas lo que hagas en tu vida, la gente siempre encontrara algo que decir y que criticar. No hay que escuchar lo que dice la gente.”



El libro se llama Sapiencia y artimañas de Nasredín Hocha, el loco que era sabio.

No hay que angustiarse!

domingo, 26 de febrero de 2012

Te doy la bienvenida!

Hola, bienvenidos a mi espacio personal, donde me comparto como soy, este sera como mi cofre del tesoro, hablaremos de literatura, sentimientos, reciclaje, manualidades,  placeres, deseos, salud y nutrición, proyectos, sueños, películas, humor, y todo lo que me interesa. Espero me acompañen en este recorrido que dura toda la vida. que lleguemos a conocernos y a formar bonitas amistades