lunes, 27 de febrero de 2012

NASREDIN DOCTOR



Nasredín Hocha tenía ganas de aprender medicina. Fue a ver al doctor más famoso de su ciudad y le comunico su deseo: “Llegas en buen momento –le dijo el doctor-, voy a visitar a algunos enfermos; ven conmigo, así podres aprender el oficio sobre el terreno.”
Nasredín acompaño al doctor a la casa del primer enfermo. El doctor apenas miró al paciente y le dijo: “Tu caso es muy simple: ya no comas tantas cerezas, tomate una infusión antes de dormir y mañana estarás bien.”
Nasredín Hocha estaba lleno de admiración. En la calle, no dejó de elogiarlo: “¡Ah!, maestro, ¡En verdad es usted un gran doctor! ¿Cómo, sin tocar al enfermo, pudo adivinar que padecía? ”
“Es muy sencillo  -le respondió-. Miré debajo de la cama y vi que había una pila enorme de huesos de cereza. Por eso deduje que había comido muchas.”
El Hocha se dijo que la medicina era más bien sencilla y que él podía ejercerla a su vez. Se declaró doctor y, desde el mismo día siguiente, fue a visitar a su primer paciente. Entró, miró debajo de la cama y no vio más que las viejas babuchas (un calzado típico del mundo musulmán) del enfermo: “Tu caso es sencillo, le dijo; ya no comas tantas babuchas, tomate una infusión antes de dormir y mañana estarás completamente sano.”



No hay que angustiarse!

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